Calendario del Bicentenario “Perú es una tierra ensantada”
(Francisco I, Angelus, Plaza Mayor de Lima, 21 de enero de 2018)


< AGO SETIEMBRE OCT >

1 P. Fr. Antonio Bravo OdeM (s. XVI), sacerdote y misionero mercedario, natural de Santo Domingo. Primer americano que abrazó la vida religiosa: “Llamado entre lo indios prodigio y entre los españoles apóstol, parece que, como los doce para la conquista del mundo, este nuevo apóstol de las Indias tuvo don de lenguas; porque penetró tan vivamente su idioma, su trato, vida y conversación en orden a convertir los idólatras, como que hubiera nacido entre ellos […]. Fue elegido de la soberana dignación de la beatísima Trinidad para celebrar en Lima la primera misa, en el lugar que ahora es nuestra portería principal. Así lo publica desde entonces a la posteridad el rótulo allí puesto”.1

2 José del Carmen Sevilla Collens (1845-1913), zuavo pontificio, natural de San Pedro de Lloc. Participó en las batallas de Montelupiono, Bagnorea y en la famosa victoria de Mentana contra las tropas de Garibaldi, el 3 de noviembre de 1867, en la que resultó herido. “Varón eminente, católico ejemplar de comunión diaria y profunda devoción al rosario, que por su vigorosa fe, por su reconocida seriedad y coherencia en la misma fe, por su generoso desprendimiento, por su perspicacia y celo, por su patriotismo íntegro, por su heroísmo en el campo de batalla, constituye un modelo cabal de lo que puede y debe ser un seglar católico”.2

3 P. Fr. Pedro Gual y Pujadas OFM (1813-1890), sacerdote, misionero y escritor franciscano descalzo, natural de Canet de Mar. Considerado uno de los religiosos más famosos y mejor preparados que tuvo el Perú en los tiempos modernos. En 1870 representó al arzobispo Goyeneche en el Concilio Vaticano I. “Se colocó a gran altura con su pluma en el teatro de la polémica religiosa; era difícil que los elementos jansenistas y sediciosos que a la sazón pululaban en el Perú, pudiesen levantar la voz con éxito, teniendo por seguro que el P. Gual no dejaría pasar la ocasión sin fustigar acremente el error y sin sofrenar la pluma saturada de herejía o de cisma”.3 Entre sus obras figuran Triunfo del catolicismo en la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María, El dogma de la infalibilidad del romano pontífice en sus definiciones excathedra y La herejía de la libertad.

4 P. Fr. Juan José de Peralta OFM (1663-1747), sacerdote franciscano limeño. Autor de Las tres jornadas de Cristo. “Tuvo extraordinarios talentos para el púlpito y el confesonario, y se hizo acreedor a una imperecedera y gloriosa memoria, así por la solidez de su doctrina y rara elocuencia, como por el buen olor de sus virtudes y ejemplos. Lleno de años y de méritos, murió con fama de santidad y dones sobrenaturales”.4

5 P. Francisco Izquierdo OFM (+1674), sacerdote y misionero franciscano. Flechado y apaleado junto al Hno. Andrés Pinto y a un muchacho de doce años en Pichana; a manos de Mangoré, indio principal y mal cristiano, por órdenes del cacique Siquincho. “La muerte del P. Francisco Izquierdo, laureada por el martirio, correspondió a su heroica y santísima vida, calificada con milagros”.5

6 P. Pablo Joseph de Arriaga SJ (1564-1622), sacerdote jesuita, natural de Vizcaya. “Tuvo particular espíritu de encaminar a la juventud en el estudio de letras y virtudes cristianas con sus palabras, escritos y obras apostólicas; por especial revelación de la Virgen entró en la Compañía, y de ella recibió extraordinarias mercedes. Tuvo íntima familiaridad con su ángel de la guarda, que le hizo particulares favores, y libro de evidentes peligros de la vida. Le vieron muchas veces con rayos de luz y resplandor, levantado del suelo, enajenado de los sentidos: 40 años continuos tuvo oración y trato familiar con Dios nuestro Señor; varón de profunda humildad y rigurosa penitencia”.6

7 Hna. Rafaela de San José (1654-1677), terciaria dominica, natural de Huánuco. “Muy devota del Santísimo Sacramento, de la Virgen Santísima, de santo Domingo y de santa Rosa; y muy dada a la oración, en que se ejercitó desde niña, hasta ponerla Nuestro Señor en un grado perfectísimo de contemplación, favoreciéndola con muchos éxtasis y raptos, en que tenía inefables visiones, enderezadas a animarla y dirigirla en el camino de la virtud”.7

8 Virgen de Cocharcas

(ver La Santísima Virgen de Cocharcas, Tesoros de la Fe, nº 9, setiembre de 2002).

Pbro. Antonio Poblete de Loayza (+1612), tallador manchego, natural de Ciudad Real. Vino al Perú en 1576 y años después al enviudar optó por el estado eclesiástico. En 1602 se estableció en el barrio del Cercado, en Lima, y su preciada imagen de la Virgen del Prado empezó a obrar milagros. Llovieron las donaciones, se le erigió un templo y más adelante un monasterio, siendo cedido a la Orden de San Agustín.

9 P. Fr. Antonio de la Cueva OSA (1569-1639), sacerdote y misionero agustino, natural de Sevilla, apodado El Ciego. Profesó en Lima en 1586 y evangelizó en Cotabambas y Omasayos “donde con su ejemplo hizo mucho fruto en aquellos indios, hasta que después de algunos años, sintiéndose achacoso de la vista, pidió licencia para bajar de la sierra a los llanos”. De regreso a Lima, “otro género de martirio, fuera del de estar ciego, permitió Dios, para mayor mérito de su siervo. Le perseguía un demonio sensiblemente, haciéndole muchos géneros de molestias”,8 pero con el auxilio de la gracia divina siempre salía victorioso.

10 Sor Francisca del Niño Jesús Ortiz OSC (+1583), religiosa clarisa, fundadora del Monasterio de Santa Clara de Asís del Cusco. Nacida como Francisca Ortiz de Ayala, viuda de Juan de Retes, “señora venerable de loables costumbres y conocidas virtudes. La cual se había dedicado al servicio de los pobres enfermos del Hospital del Espíritu Santo, que llaman de los naturales, de aquella ciudad (indicio claro de su humildad y caridad). De este ministerio tan piadoso fue sacada para madre y prelada de la nueva casa de recogimiento”.9 En 1558 esta casa se convirtió finalmente en monasterio de religiosas bajo la regla de Santa Clara; siendo doña Francisca nombrada abadesa de por vida.

11 M. Juliana de la Madre de Dios OCD (s. XVII), religiosa carmelita, fundadora del primer Monasterio de Carmelitas Descalzas en el Perú (1643). Una de las cuatro ejemplares hijas de santa Teresa de Ávila que llegaron a Lima procedentes del convento de Cartagena, para fundar un cenobio a petición del obispo Agustín Ugarte y Saravia.

12 Dulce Nombre de María

(ver El Dulce Nombre de María, Tesoros de la Fe, nº 165, setiembre de 2015).

Sebastián Martín Quimichi (+1600), descendiente del curaca Chuquisullca; hijo dilecto y propulsor de la devoción a la Santísima Virgen de Cocharcas, cuya milagrosa imagen esculpida por Francisco Tito Yupanqui adquirió en Copacabana y trasladó hasta su pueblo.

13 Hno. Francisco Ruiz OFM (1554-1638), terciario y enfermero franciscano, natural de Cefalonia (Grecia). Tuvo una singular revelación de Dios en que le mandó, como a otro Abraham, que dejase patria, deudos y amigos, para venir al Perú.

14 Señor de Huanca
             Señor de Locumba

Diego Quispe y Pedro Valero (s. XVII), indio minero y empresario de minas, a quienes la tradición atribuye el origen de la devoción al Señor de Huanca en el Cusco.

15 Los Siete Dolores de María

(ver Los Siete Dolores de María Santísima, Tesoros de la Fe, nº 57, setiembre de 2006).

Sor Juana de San José Arias Costana OP (1658-1691), religiosa dominica del monasterio de Santa Catalina de Arequipa, natural de Oruro. Descubrió su vocación por una revelación que tuvo un misionero. A los quince años emprendió el largo viaje a pie hasta Arequipa para seguir la voz de Dios. A su paso por el lago Titicaca encontró una pesada cruz formada por la naturaleza que cargó toda su vida. Tenía trato familiar con el Niño Jesús quien, según las crónicas,  la visitaba con frecuencia.

16 P. Cipriano de Barace Mainz SJ (1641-1701), sacerdote y misionero jesuita, natural de Isaba (Navarra). Emprendió las célebres misiones jesuíticas de Moxos; fundó las ciudades de Trinidad, Loreto y Baures, en el actual departamento boliviano del Beni; e introdujo la ganadería en aquella región. Después de 27 años de fructífera labor civilizadora, fue martirizado por un grupo de indios armados en el país de los baures.

17 Can. Francisco de Ávila (1573-1647), doctrinero, extirpador de idolatrías y canónigo de la catedral de Lima, natural del Cusco. Su cabal conocimiento del quechua facilitó su tarea evangelizadora y su ascensión social: “En 1613 escribió un libro de sermones en quechua en el que expuso sus preocupaciones acerca de la persistencia de las prácticas y creencias prehispánicas, pese a la labor pastoral de clérigos y religiosos”.10

18 San Juan Masías (ver San Juan Masías: Místico de caridad insigne de nuestro siglo XVII, Tesoros de la Fe, nº 9, setiembre de 2002).

19 Virgen de La Salette

(ver Las revelaciones de Nuestra Señora de La Salette y el mensaje de Fátima, Tesoros de la Fe, nº 69, setiembre de 2007).

Sor Ignacia María del Sacramento Ochoa (1660-1735), religiosa limeña del Monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación. Notable por sus virtudes y por las mercedes que recibió del cielo. “Siendo muy niña y no teniendo quien le enseñase a orar, cuando esto era lo que más deseaba, de repente se le apareció Jesucristo con la cruz a cuestas vertiendo sangre y ella le ofreció su corazón para recogerla, quedando con esta visión todo su corazón encendido y toda el alma arrebatada a una altísima contemplación”.OP 11 Transportada en espíritu al Purgatorio, vio almas de religiosas que por sus faltas e imperfecciones padecían gravísimas penas. También el demonio, bajo la forma de un gato prieto, la atormentaba de vez en cuando.

20 P. Fr. Juan de Lorenzana OP (+1618), sacerdote dominico, natural de León. Catedrático de Salamanca y de San Marcos, fundador de la recoleta de la Orden de Predicadores en Lima y confesor de santa Rosa. “Fue el oráculo de aquellos reinos, a quien acudían tribunales, cancillerías, catedrales y religiones a consultarle, venerando su resolución, como si la diera santo Tomás; admitiendo sus consejos, como si fueran de san Antonino. Estuvo singularmente dotado del cielo, con el don de consejo. […] Santísimo varón, de inculpable vida, y no es poco encarecimiento de su santidad, haber gobernado el espíritu de la virgen Rosa, con el acierto que dicen los progresos de su vida admirable y prodigiosa”.12

21 P. Fr. Domingo García y José Cabanes Calatayud OFM (+1742), sacerdotes franciscanos naturales de Asturias y de Valencia respectivamente, bárbaramente martirizados junto con el Hno. José de Jesús Tenorio en el río de la Sal. “Declararon los indios del Cerro de la Sal que en una de las noches inmediatas al martirio, vieron en el cielo hermosísimas palmas y una cabeza cercada de luces y resplandores”.13 Un mes después fue recogida la cabeza decapitada del padre Domingo García que se hallaba incorrupta, a pesar de las inclemencias de la montaña, y llevada a Ocopa junto con sus huesos encontrados río abajo.

22 P. Fr. Rodrigo de la Cruz OFB (1637-1716), religioso betlemita, natural de Marbella (Granada), nacido como Rodrigo Arias Maldonado y Góngora. “Sirvió en los ejércitos del rey de España y fue gobernador de Costa Rica. Conquistado por el venerable [san Pedro de san] José de Betancur, fundador del Instituto Betlemítico, vino a Lima a solicitud del virrey, conde de Lemos. Fundó comunidades de su Instituto en Trujillo, Piura, Cajamarca, Huanta y Huaraz. Falleció lleno de años y de méritos, en viaje a México”.14

23 P. Pedro Marieluz Garcés MI (1780-1825), sacerdote camilo, natural de Tarma. Mártir del secreto de confesión, durante el sitio de la fortaleza del Real Felipe. Fusilado por orden del coronel Rodil al negarse a revelar la confesión de nueve oficiales realistas ejecutados.

24 Nuestra Señora de la Merced

(ver Nuestra Señora de La Merced y La Virgen de las Mercedes, Reina de Paita, Tesoros de la Fe, nº 21 y 93, setiembre de 2003 y 2009, respectivamente).

P. Fr. Juan de Marimón OFM (1733-1813), sacerdote y misionero franciscano, natural de Igualada (Barcelona). “Fue lector de prima de teología en la Universidad de San Marcos de Lima, definidor de su Provincia, Provincial de la misma (1788-1791), consultor teólogo por parte del Real Patronato, examinador sinodal y calificador del Santo Oficio. En calidad de teólogo elegido por el virrey Amat, tomó parte en el VI Concilio provincial de Lima (1772), en el que sostuvo una célebre polémica con el P. José Miguel Durán sobre el tema del ‘probabilismo’, al que se opuso”.15 En 1774 fundó la Casa de Ejercicios Espirituales de los Descalzos en Lima, de la que fue su primer director hasta su muerte.

25 † D. Manuel de Mollinedo y Angulo (1626-1699), ilustre prelado y mecenas del Cusco, natural de Madrid. Como obispo de la Ciudad Imperial, movilizó inteligentemente el fervor de las élites criollas, de los caciques y de las masas indígenas, a fin de otorgar una renovada magnificencia al culto católico. “Por su largueza y generosidad, su celo por el culto divino y esplendor del Santuario, su moderación y prudencia y el cuidado que puso en la formación de su clero y en mantenerlo dentro de la disciplina, D. Manuel de Mollinedo es digno de toda alabanza y de encomios […] En el Cusco y en su comarca se renovó el milagro que Roma y Florencia habían contemplado en tiempo de los Médicis, al ver surgir esas maravillas del arte que son su mejor ornamento”.16

26 Beato Luis Tezza MI (1841-1923), sacerdote camilo, natural de Conegliano (Italia). A pesar de las persecución religiosa en Italia y en Francia,  funda en 1892 la congregación de las Hijas de San Camilo. El año 1900 viene a Lima para consolidar la obra de los camilos en el país. Desde el convento de Santa María de la Buena Muerte asiste espiritualmente a enfermos y moribundos, principalmente en los hospitales y cárceles de la ciudad. Fue beatificado el 2001 en Roma, por S. S. Juan Pablo II.

† Mons. Federico Kaiser Depel MSC (1903-1993), religioso de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, natural de Dülmen (Westfalia). Vino al Perú en 1939, fue nombrado prelado de Caravelí en 1957 y consagrado obispo en 1963. Fundador de la congregación de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, hoy extendida a varios países. Entre sus obras destaca el libro “Contesta la Biblia”, de carácter apologético y fruto de su labor docente; responde interrogantes, dudas, objeciones y dificultades en torno a las verdades de la fe y moral católicas.

27 Hna. María Agustina Rivas López RGS (1920-1990), religiosa de la Congregación del Buen Pastor, natural de Coracora. Asesinada junto a otras ocho personas por una columna terrorista de Sendero Luminoso en el poblado de La Florida (Perené, Junín). El 22 de mayo de 2021, el Papa Francisco firmó el decreto reconociendo el martirio de sor “Aguchita” in odium fidei (en odio de la fe).

28 P. Bertrand Herbert SJ (1684-1759), marino y sacerdote jesuita, natural de Saint-Maló (Francia). En 1712 pasó al mar del Sur como capitán de fragata, a bordo de un navío cargado de intereses; sin embargo, “la Divina Providencia que lo tenía destinado para acumular tesoros de mayor duración, lo inclinó a dejar el mundo, y entrar en la Compañía de Jesús”.17 Todo el tiempo que le dejaban libres las ocupaciones y el confesionario, lo pasaba rezando en la capilla de rodillas ante el Santísimo Sacramento.

29 Sor Inés de la Madre de Dios del Rosario OSST (1648-1697), religiosa trinitaria, natural de Ica. “Fue tan grande el incendio de amor que la abrasaba, que no pudiendo contenerlo su corazón, necesitó ensanches, hasta levantársele cuatro costillas, como a san Felipe Neri. Tuvo el don de milagros y revelación del día de su muerte”.18

30 P. Fr. Tomás de Espinosa OSA (1706-1787), sacerdote agustino limeño. Declinó la cátedra y se empeñó particularmente en la dirección de almas. Es considerado “uno de los religiosos depositarios por su santidad de la tradición agustiniana de los fundadores”.19  


< AGO OCT >



“Él, que desde su niñez había sido introducido en el mundo íntimo de la presencia de Dios, fue en medio de su actividad un alma contemplativa… San Juan Masías se hizo peruano y en el Perú se santificó. Mientras muchas personas llegaban a América en busca de riquezas materiales, el nuevo santo supo encontrar allí una riqueza espiritual de la que se alimentaron ya los primeros santos de aquel Continente. Una riqueza integrada por elementos milenarios del pueblo antiguo, los indios, y del nuevo, los colonizadores, a quienes va el mérito de la evangelización” (Paulo VI, Homilía, 28 de setiembre de 1975).

 

 

Notas.-

1. Cf. Diego de Mondragón OdeM , Crónica de la Orden de la Merced en América, Lima, 1750.

2. José Antonio Pancorvo, El “zuavo” Sevilla, un cruzado pontificio peruano in Tradición Familia Propiedad, Boletín Informativo nº 21, octubre-diciembre de 1996.

3. Bernardino Izaguirre OFM , Historia de las Misiones Franciscanas, Lima, 2003, t. IV, p. 204.

4. Pedro García y Sanz, Apuntes para la Historia Eclesiástica del Perú (Segunda parte), Tipografía de “La Sociedad”, Lima, 1876, p. 366.

5. Izaguirre, op. cit., t. I, p. 266.

6. Alonso Messia, Catálogo de algunos varones insignes en santidad de la Provincia del Perú de la Compañía de Jesús apud Rafael Vargas-Hidalgo, Revista Andina 28, Cusco, diciembre de 1996, p. 385-412.

7. García y Sanz, op. cit., p. 393.

8. Sebastián de Portillo y Aguilar OSA , Chronica Espiritual Augustiniana, Imp. Fray Alonso de Orozco, Madrid, 1732, t. III, p. 480-481.

9. Diego de Córdova y Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú (1651), Acad. American Franciscan History, México, 1957, p. 890.

10. Alejandro Coello, in https://dbe.rah.es/biografias/17855/francisco-de-avila.

11. Cf. Archivo General de la Nación, Dir. Arc. Col., Compañía de Jesús, Asuntos Religiosos, Sermones, c. 35, d. 1036.

12. Fray Juan Meléndez OP , Tesoros verdaderos de las Yndias, Tinassio, Roma, 1681-1682, t. II, p. 309-310.

13. Izaguirre, op. cit., t. I, p. 488.

14. Juan María Lienhart CSSR , El Perú tierra de santos, Lumen, Lima, 1962, p. 247.

15. Cf. Enciclopedia Franciscana in http://www.franciscanos.org.

16. P. Rubén Vargas Ugarte SJ , Historia de la Iglesia en el Perú, Aldecoa, Burgos, 1960, t. III, p. 403 y 470.

17. García y Sanz, op. cit., p. 363.

18. Idem., p. 401.

19. Avencio Villarejo, Los agustinos en el Perú y Bolivia, Ed. Ausonia, Lima, 1965, p. 278.


< AGO OCT >
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Grandeza, Señorío y Santidad

Al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia, la campaña El Perú necesita de Fátima quiere honrar de un modo especial a quienes de una u otra forma han colaborado para hacer grande el nombre del Perú, destacando cada día el nombre de uno de ellos. Sin embargo, como los 365 días nos quedan cortos para mencionarlos a todos, hemos tenido que proceder a una compleja selección. Escogiendo de preferencia el día de su fallecimiento y cuando esto no era posible una fecha próxima.

Hago hincapié en que no se trata de un santoral, como los que esta publicación ha consignado antes. Se trata simplemente de una mención honrosa, extraordinaria, debida a la importante efeméride.

Queremos, sin embargo, destacar particularmente las figuras de los más olvidados, a muchos de los cuales la incuria de los tiempos ni siquiera les honró con una calle que perpetúe su memoria. En su mayoría nacieron o murieron en nuestro suelo; otros vivieron en él o lo recorrieron lo suficientemente como para identificarse y amar esta tierra.

Encabezan esta dilatada legión de almas, como auténticas lumbreras, los santos, beatos, venerables y siervos de Dios, ya reconocidos por la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. A los demás les debemos un reconocimiento meramente humano. A los primeros les pedimos su intercesión y a los segundos les ofrecemos nuestras oraciones, para que juntos algún días podamos todos gozar de las misericordias de Dios.

Son los evangelizadores que padecieron los mayores trabajos y fatigas para expandir e irradiar el cristianismo por valles, quebradas y montañas.

Son los religiosos y seglares, de uno y otro sexo, de todas las edades, razas y condiciones sociales, que practicaron las virtudes en grado heroico y alcanzaron la eterna bienaventuranza.

Son los prelados y gobernantes que velaron por el progreso espiritual y material de la nación.

Son las mujeres que en la clausura de sus monasterios ofrecieron una vida de recogimiento, oración y sacrificios para aplacar la justicia divina.

Son los mártires de la fe, que vertieron su sangre por la propagación del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Finalmente, son los cronistas, literatos, artistas, poetas y escritores que transmitieron con fidelidad a las generaciones futuras las glorias y epopeyas de nuestra historia.

Asimismo, hemos querido destacar algunas de las advocaciones y fiestas católicas más populares. Tanto las provenientes del Viejo Mundo y que echaron raíces profundas en nuestro medio, como las que surgieron en el Perú en los últimos cinco siglos.

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Ciertamente, la enumeración de tantos personajes y el motivo de nuestra elección, despertará en muchos lectores el deseo de conocer algunos de sus rasgos más notables.

Con esto pretendemos rendir un homenaje al Perú en el del Bicentenario de su Independencia. ¡Viva el Perú católico!





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