Verdades Olvidadas Si el Estado se atribuye y apropia las iniciativas privadas, la familia está en peligro

El poder político, como sabiamente enseña en la encíclica Immortale Dei nuestro predecesor León XIII, de piadosa memoria, ha sido establecido por el supremo Creador para regular la vida pública según las prescripciones de aquel orden inmutable que se apoya y es regido por principios universales; para facilitar a la persona humana, en esta vida presente, la consecución de la perfección física, intelectual y moral, y para ayudar a los ciudadanos a conseguir el fin sobrenatural, que constituye su destino supremo.

El Estado, por tanto, tiene esta noble misión: reconocer, regular y promover en la vida nacional las actividades y las iniciativas privadas de los individuos; dirigir convenientemente estas actividades al bien común, el cual no puede quedar determinado por el capricho de nadie ni por la exclusiva prosperidad temporal de la sociedad civil, sino que debe ser definido de acuerdo con la perfección natural del hombre, a la cual está destinado el Estado por el Creador como medio y como garantía.

El que considera el Estado como fin al que hay que dirigirlo todo y al que hay que subordinarlo todo, no puede dejar de dañar y de impedir la auténtica y estable prosperidad de las naciones. Esto sucede lo mismo en el supuesto de que esta soberanía ilimitada se atribuya al Estado como mandatario de la nación, del pueblo o de una clase social, que en el supuesto de que el Estado se apropie por sí mismo esa soberanía, como dueño absoluto y totalmente independiente.

Porque, si el Estado se atribuye y apropia las iniciativas privadas, estas iniciativas —que se rigen por múltiples normas peculiares y propias, que garantizan la segura consecución del fin que les es propio— pueden sufrir daño, con detrimento del mismo bien público, por quedar arrancadas de su recta ordenación natural, que es la actividad privada responsable.

De esta concepción teórica y práctica puede surgir un peligro: considerar la familia, fuente primera y necesaria de la sociedad humana, y su bienestar y crecimiento, como institución destinada exclusivamente al dominio político de la nación, y se corre también el peligro de olvidar que el hombre y la familia son, por su propia naturaleza, anteriores al Estado, y que el Creador dio al hombre y a la familia peculiares derechos y facultades y les señaló una misión, que responde a inequívocas exigencias naturales.

 

Pío XII, encíclica Summi Pontificatus, 20 de octubre de 1939.

Palabras del Director Nº 198 - Junio de 2018 – Año XVII Alejandro R. Ezcurra Naón
Alejandro R. Ezcurra Naón
Palabras del Director Nº 198 - Junio de 2018 – Año XVII



Tesoros de la Fe N°198 junio 2018


La Entronización Del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares
Junio de 2018 – Año XVII Si el Estado se atribuye y apropia las iniciativas privadas, la familia está en peligro In Memoriam La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares Ceremonial de la Entronización Nuestra Señora de Lichen ¿Puede la Iglesia aceptar a sacerdotes casados? (Parte II) Vida natural y orgánica, existencia artificial y mecánica



 Artículos relacionados
Santa María Goretti El día 24 de junio de 1950, el Papa Pío XII se topó con un problema singular: la canonización de María Goretti debía celebrarse en la Basílica de San Pedro, pero cerca de 500 mil personas afluyeron a la ceremonia, sobrepasando ampliamente la capacidad del templo...

Leer artículo

San Ambrosio Oriundo de una antigua familia romana que había dado mártires a la Iglesia y altos oficiales al Estado, Ambrosio era el tercer hijo del virtuoso prefecto de las Galias, quien llevaba el mismo nombre del santo...

Leer artículo

La maternidad divina de María Algunos predicadores —como san Bernardino de Siena, el padre Monsabré, etc.— exaltando en demasía las glorias del sacerdocio, llegaron a decir que la dignidad del sacerdote es mayor que la de la Santísima Virgen...

Leer artículo

San Esteban de Hungría Geza, cuarto duque de los húngaros, todavía bárbaro y pagano, tuvo la dicha de casarse con la virtuosa Sarolta, hija del duque de Gyula, que unía a los encantos femeninos los de la virtud...

Leer artículo

Los ángeles arcabuceros En su expresión más exacta, el ángel arcabucero se asemeja a un gentilhombre según el estilo de los guerreros en parte de los siglos XVII y XVIII, especialmente durante la época de Luis XIV, rey de Francia...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino