1 Cultive una actitud interior de respeto y estima hacia sus padres, como co-creadores y co-proveedores junto con Dios, así como nuestros primeros maestros. 2 Ofrezca diariamente por ellos una oración sincera. De vez en cuando mande oficiar una misa por sus intenciones, y avíseles de ello. 3 Llévelos a misa y facilíteles los sacramentos; mientras puedan y quieran recibirlos. 4 Visítelos con frecuencia. Compréndalos en sus penas, preocupaciones y problemas. Escúchelos, y tenga el placer de consultarles, haciéndoles sentirse necesarios. Aunque usted no esté obligado a seguir sus consejos, sin embargo, es posible que termine sorprendido y enriquecido por su sabiduría. 5 Lleve a los niños a visitarlos. Anime a sus propios hijos para que les hagan tarjetas y pequeños regalos. 6 Escríbales una tarjeta en sus cumpleaños, aniversarios y fiestas. Obséquieles algo que disfruten. Invítelos a sus celebraciones. 7 Trate de hacerles pequeños favores, tales como el pago de un servicio o proveerles algo de comida. Llévelos a comer periódicamente. 8 Ayúdelos cuando padezcan una carencia financiera. 9 Cuídelos cuando estén enfermos. Acompáñelos cuando vayan al médico. Si llevarlos a un hogar de ancianos se convirtiera en una contingencia inevitable, no deje que se sientan abandonados. 10 Vele para que su última voluntad sea clara y justa. Si los ve preocupados acerca de sus últimas disposiciones, ayúdelos a resolver cada punto, de modo que así se sientan tranquilos.
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