No me cansaré de decir que no acuso al rico, sino al ladrón. Rico no es sinónimo de ladrón, ni opulento lo es de avaro. Distinguid bien y no confundáis cosas tan diferentes. ¿Sois ricos? No hay ningún mal en ello. ¿Sois ladrones? Os acuso. ¿Tenéis lo que os pertenece? Gozadlo enhorabuena. ¿Os apoderáis del bien de otro? Levanto mi voz para delataros. ¿Que me quieres apedrear? Pronto estoy a derramar mi sangre con tal de que impida tu pecado. A mí no se me da nada del odio, no se me da de la guerra; lo que me importa es el aprovechamiento de mis oyentes. Los ricos son mis hijos; los pobres también lo son; el mismo vientre los llevó a unos y a otros; los mismos dolores de parto los echaron a unos y a otros al mundo. Si, pues, tú atacas al pobre, yo te acuso; pues no es tanto el daño que se inflige al pobre cuanto el que sufre el rico. No es muy grande el agravio que se hace al pobre. Se le daña en sus cosas o dinero, pero tú te dañas tu alma. Que me hiera, pues, el que quiera; las insidias son para mí reservas de coronas, las heridas multiplican mis galardones. ♦ San Juan Crisóstomo, Homilía De capto Eutropio, cap. 3, apud Enciclopedia Universal Espasa-Calpe, vol XLVII, p. 913.
|
![]() El Dulce Nombre de María Y el deber de velar por la gloria de Dios |
![]() |
San Remigio de Reims Nacido alrededor del año 436, hijo de santa Celina y de Emilio, conde de Laon, señor de enorme mérito, era hermano de san Principio, que fue obispo de Soissons... |
![]() |
La verdadera devoción a la Santísima Virgen La verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior. Es decir, procede del espíritu y del corazón, de la estima que tienes de Ella, de la alta idea que te has formado de sus grandezas y del amor que le tienes... |
![]() |
Vitrales de la catedral de Chartres El espíritu de la Iglesia es el espíritu de Dios: sabe unir lo práctico a lo bello. De tal manera que, al ver una obra de arte, se nota que en ella se utiliza lo práctico casi sin pensar en él, y se admira lo bello como si sólo él existiese... |
![]() |
Multiplicación de los panes y curaciones Cierto día, entrando Jesús en la ciudad de Naím, encontró una gran multitud que acompañaba a la sepultura a un difunto. Era este un joven, hijo único de madre viuda, la cual seguía al féretro llorando sin consuelo, y le acompañaban otras personas. Jesús se compadeció de ella y le dijo: —“No llores”. Y acercándose al ataúd, detuvo a los que lo llevaban, los cuales se pararon y lo pusieron en el suelo. Entonces el Salvador exclamó en voz alta: —“Te mando, joven, que te levantes”... |
![]() |
Mañana de la Resurrección Despuntan las primeras luces sobre el Monte de los Olivos. Dos discípulos corren hacia el sepulcro en la mañana de la Resurrección... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino