Lo que mejor puede regular la conveniencia de los vestidos es la moda; es indispensable seguirla, pues como el espíritu del hombre está muy sujeto al cambio, y lo que ayer le agradaba hoy ya no le agrada, se ha inventado, y se inventan cada día, diversos modos de vestirse, para satisfacer a ese espíritu de cambio. Y quien pretendiera vestirse hoy como se vestía hace treinta años, pasaría por ridículo y extravagante. Con todo, es propio del hombre sensato no hacerse distinguir nunca en nada.
Se llama moda a la manera de hacer los vestidos, en el momento presente. Hay que conformarse con ella lo mismo en el sombrero y en la ropa que en los vestidos, y sería contrario a la urbanidad que un hombre llevara sombrero de copa o de ala ancha cuando todos los llevan bajo y de ala estrecha. Con todo, no hay que seguir todas las modas desde el principio. Hay algunas que son caprichosas y raras, como hay otras que son razonables y corteses. Y lo mismo que no hay que oponerse a estas, tampoco hay que seguir las otras sin discreción, pues de ordinario no las siguen más que un reducido número de personas y no tienen larga duración. La regla más segura y razonable en lo tocante a las modas es no ser quien las invente, no ser de los primeros en adoptarlas, y no esperar a que no haya nadie que las siga, para abandonarlas. En cuanto a los eclesiásticos, su moda debe ser conformarse el exterior y los vestidos de los eclesiásticos más piadosos y mejor regulados en su conducta, siguiendo en esto el consejo que da san Pablo, de no conformarse al siglo. * * * El medio de poner límites a la moda en lo referente a los vestidos e impedir a quienes la siguen dejarse llevar a excesos, es someterla y forzarla al recato, que debe ser la norma de conducta del cristiano en todo lo referente al exterior. Para tener vestidos recatados es preciso que en ellos no haya apariencia alguna de lujo ni de vanidad. También es señal de bajeza de espíritu apegarse a los vestidos, y escogerlos deslumbrantes y suntuosos. Quienes lo hacen se ganan el menosprecio de todas las personas sensatas. Pero lo más importante es que renuncian públicamente a los compromisos contraídos en el bautismo y al espíritu del cristianismo. Por el contrario, quienes desprecian este tipo de vanidades, dan señales de tener buenos sentimientos y espíritu elevado. En efecto, demuestran que se aplican más a adornar su alma con virtudes que a complacer su cuerpo, y manifiestan, por el recato de sus vestidos, la sabiduría y la sencillez del alma. ♦
|
![]() Lourdes Una Comunicación directa con el Cielo |
![]() |
¿Con la abstinencia de carne la Iglesia favorece el veganismo? La disciplina actual de la Iglesia latina impone a los fieles “abstenerse de comer carne y ayunar en los días establecidos por la Iglesia” (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2043)... |
![]() |
La familia, solución para la crisis contemporánea Se puede decir con Francis Godard, autor de La Famille, affaire de générations, que la familia, en su concepción tradicional, es “el lugar de la fundación permanente del relacionamiento humano fundamental en aquello que él deriva directamente del orden divino... |
![]() |
¿Puede haber auténtica paz allá donde se niega la Verdad? Los que piden a la Iglesia que renuncie a la fe en la práctica de la caridad en aquellos aspectos que suponen fricciones con los criterios del mundo lo hacen, muchas veces, en el nombre de la misma caridad y, en concreto, de uno de sus efectos, que es la paz... |
![]() |
La cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos Es de advertir que en este orden de cosas que pertenecen a la fe cristiana hay deberes cuya exacta y fiel observancia, si siempre fue necesaria para la salvación, lo es incomparablemente más en estos tiempos... |
![]() |
Una multitud de almas que caen en el infierno Igualmente me obliga a predicar sin parar el ver la multitud de almas que caen en los infiernos, pues es de fe que todos los que mueren en pecado mortal se condenan…... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino