Pinceladas Cristo en la tempestad del mar de Galilea

Jan Brueghel el Viejo, 1596, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Felipe Barandiarán

Sobre el mar de Galilea, ese lago de agua dulce normalmente caluroso y tranquilo, soplan repentinamente vientos fuertes desde el desierto, que levantan olas de hasta tres metros de altura. Estas tormentas repentinas se producen sobre todo en verano, a la caída de la tarde.

Jan Brueghel ilustra un episodio de la vida de Jesús recogido por tres de los cuatro evangelistas: la tempestad calmada. La pintura ejecutada sobre cobre es bastante reducida de color pero rica en matices y tonos, predominando en ella los verdes, azules y grises, que contrastan con los intensos y vibrantes rojos de las túnicas de los apóstoles. La minuciosidad de la pincelada se percibe en cada uno de los pequeños detalles que enmarcan la escena.

En la secuencia del relato evangélico, Jesús venía de hacer tres milagros cuando subió a la barca con sus discípulos: había sanado a un leproso, al siervo del centurión y a la suegra de Pedro. Es decir, los apóstoles acababan de comprobar una vez más el divino poder del Maestro.

Sin embargo, durante una travesía el mar se encrespa. El viento sopla con violencia. Las olas se levantan en torbellinos furiosos y cavan en el mar abismos profundos. La vorágine se abre ante ellos, y temen zozobrar. Brueghel coloca en la embarcación, azotada por las olas, a Jesús durmiendo, justo en el momento en que uno de los discípulos decide despertarlo antes de que el bote haga aguas. La barca va completa con once de los discípulos, que se afanan por evitar una catástrofe luchando con los remos y con las velas.

“¡Señor, sálvanos, que perecemos!”, le dicen tratando de despertarle.

“¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, ordenó a los vientos y al mar que se calmaran. Y ellos se preguntaban: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?” (Lc 8, 23-27).

He ahí nuestra historia. En los momentos de fervor nos quedamos tranquilos y recogidos junto al Maestro. Pero cuando viene la tempestad, el peligro absorbe nuestra atención. Desviamos entonces la mirada de Nuestro Señor para fijarla ansiosamente sobre nuestros sufrimientos y peligros. Dudamos… y sentimos hundirnos.

*     *     *

Este hecho es considerado también como un símbolo de la Iglesia en tiempos de peligro. “Levantaos, Señor; ¿por qué parecéis dormir?”, exclamaba san Luis María Grignion de Montfort al final de su Oración abrasada: “¡Fuego, fuego, fuego! ¡Socorro, socorro, socorro! ¡Fuego en la casa de Dios! ¡Fuego en las almas! ¡Fuego en el santuario! … Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia, vuestra justicia, Señor”.

Espíritu de fe y laicismo en el arte funerario Palabras del Director Nº 254 – Febrero de 2023 – Año XXII
Palabras del Director Nº 254 – Febrero de 2023 – Año XXII
Espíritu de fe y laicismo en el arte funerario



Tesoros de la Fe N°254 febrero 2023


Presentación del Niño Jesús El cuarto misterio gozoso del santo rosario
Febrero de 2023 – Año XXII Respeto a la autoridad legítima Urge una encíclica que condene la “teoría de género” Preparación para el matrimonio Fiesta de la Purificación de María Santísima El hombre mediocre La milicia angélica Beato Pío IX Espíritu de fe y laicismo en el arte funerario Cristo en la tempestad del mar de Galilea



 Artículos relacionados
Nuestra Señora de Montserrat Montserrat es un macizo rocoso que se yergue espléndido hasta alcanzar los 1.236 metros de altura, ubicado a 60 km al noroeste de la ciudad de Barcelona. Su nombre proviene del catalán y significa “montaña serrada” o “monte aserrado”...

Leer artículo

El coro Frente a un libro de coro, abierto de par en par sobre el facistol, el viejo maestro dirige con autoridad las angelicales voces de los niños...

Leer artículo

San Roque de Montpellier: Modelo de caridad y confianza A fines del siglo XIII y comienzos del XIV la ciudad de Montpellier, hoy francesa, pertenecía al reino de Mallorca, de la casa real de Aragón. El gobernador de la ciudad, Juan, cuya esposa Liberia era también de ilustre familia, gozaba de todo el prestigio del cargo y de buena fortuna. Pero no tenían hijos. Con mucha fe, importunaron al cielo para obtenerlos y fueron oídos...

Leer artículo

Notre Dame de París Si la catedral de Notre Dame pudiera pensar y sentir por sí misma, sentiría que posee una correspondencia adecuada con el estado de ánimo de un alma moldeada por la sabiduría, que tiene una elevación y una seriedad que se opera en ella y que, cuanto más elevada, más fuerte se hace y también afable, accesible, benigna y alegre...

Leer artículo

Fiesta de la Purificación de María Santísima En el Antiguo Testamento, la ley del Moisés mandaba que las mujeres de Israel, después de su alumbramiento, permaneciesen cuarenta días sin acercarse al templo...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino