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Bajo el título ¿Estaremos presenciando la muerte de la modestia?* la revista norteamericana “Catholique Online” publica un artículo de Jennifer Hartline, católica fervorosa, esposa y ama de casa, madre de tres preciosos hijos. La señora Hartline hace una descripción de las modas femeninas actuales, que exime de comentarios y deja en claro por qué la Santísima Virgen llora. Traducimos a continuación algunos tópicos de su importante artículo, con algunas aclaraciones entre paréntesis. * * * Estoy de luto por la muerte de la modestia, enferma por ver a mujeres “exhibiéndose” donde quiera que vaya. Esto es tan inevitable cuanto lamentable. Me dan pena los hombres de hoy, al menos los que intentan actuar como caballeros. Apenas pueden los muchachos ahora levantar la vista arriba de sus zapatos, sin confrontarse con mujeres semidesnudas, a las que se supone no deben mirar. Esto es más que desconsiderado, irresponsable e irrespetuoso (y si quiere saber más, probablemente pecaminoso). Las mujeres “publicitan” sus activos físicos mediante ropas ceñidas al cuerpo y escotes, que revelan más de lo que cubren y luego se ofenden cuando no se les respeta por su habilidad e inteligencia. Se venden al mundo como objeto sexual y se sorprenden cuando son tratadas como tal. Y no se equivoquen, señoras, cuando caminan por ahí luciendo alguna de las modas muy a menudo exhibidas en público (con parte del busto al aire libre, polos estrechos y pequeños, blusas sin la parte de atrás, minifaldas, jeans apretados, etc.), ustedes se están ofreciendo como objeto sexual, quiéranlo o no. Es deplorable que la moda femenina adulta esté vuelta hacia aspectos sexuales, pero lo más lamentable es que esto se haya extendido a las niñas. Es chocante ver lo que se ha vuelto aceptable en la moda de las jóvenes. No hay día que pase sin que yo vea a chicas vestidas con ropas que exponen los hombros y los brazos, además del ombligo. Ropas que, en mi infancia, no me habría sido permitido usar ni siquiera para salir del baño. Es doloroso y triste constatar que los padres y madres de hoy no protegen la inocencia de sus hijas y su pureza, vistiéndolas con modestia. Niñas pequeñas están aprendiendo, a muy temprana edad, que no hay nada de malo en que su cuerpo sea públicamente objeto de consumo, y que su autoestima y autoimagen sean basadas en su capacidad de atracción sexual.
Desde tierna edad las semillas de la promiscuidad son plantadas. De aquella mala semilla crecerán las relaciones sexuales entre no casados, enfermedades de transmisión sexual, ideas deformadas sobre sexo, embarazos no deseados, conceptos mórbidos sobre el cuerpo, relaciones destructivas, corazones partidos; y, lo peor de todo, bebes asesinados por el aborto. Volviendo atrás, paso a paso, se verá que todo comienza con la falta de modestia… Tuve recientemente un intercambio de emails con el presidente de una empresa que confecciona ropa para niños, después de conseguir su catálogo por internet y quedar chocada con lo que vi. En éste aparece una ropa de baño para niñas —me refiero aquí a párvulas— que consistía en apenas dos pedacitos de tela, como mariquitas, sujetos por unos tirantes a los hombros y espalda (más propio de una exhibición nudista, que para vestir a una hija de familia). Estamos viviendo en una cultura saturada de sexo y perversiones sexuales. Basta un poco de sentido común para darse cuenta que nuestras hijas no deben andar semidesnudas en público, aunque tengan apenas dos años de edad. Una ropa de baño como ésa es el sueño de un pedófilo. ¿Es esto realmente tan difícil de entender? La exitosa educación de nuestros hijos para la abstinencia hará revivir con éxito en la jóvenes la modestia en el vestir. Enseñe a una chica que su cuerpo es sagrado y debe ser tratado con respeto, mostrándole cómo presentarse y el modo de vestir, y será menos probable que manche su pureza. Vístanse con dignidad, niñas, y muestren a sí mismas el respeto que se merecen. Un caballero comprenderá su conducta.
* http://www.catholic.org/national/national_story.php?id=35399
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