Iniciamos hoy con el presente número de «Tesoros de la Fe» una importante serie sobre los doce artículos del Credo. ¿Por qué? Porque en él están compendiados los principales misterios de nuestra Fe. A continuación trataremos de la importancia fundamental del Símbolo de los Apóstoles o Credo, así resaltada por el conocido autor eclesiástico, el P. Francisco Spirago: Cuando los Apóstoles habían predicado el Evangelio en algún lugar y movido a muchos a abrazar la fe cristiana, antes de conferirles el bautismo, los habían de instruir en lo esencial de ella, y para esto necesitaban un breve resumen o fórmula de lo que se ha de creer. El Credo contiene en breve resumen todo lo que un católico debe saber y creer Esas pocas frases encierran todos los misterios (S. Isidoro). Es el Símbolo de los Apóstoles como el cuerpecito de un niño, en verdad pequeño, pero que tiene en sí todos los miembros de un hombre; o como la pequeña semilla, que encierra en su pequeñez todo el árbol con su tronco y ramas. Se llama Credo, por la primera palabra con que comienza, y Símbolo, porque era la señal o fórmula con que se reconocían los cristianos católicos en los primeros tiempos. El que quería tomar parte en la misa o en los divinos misterios, era examinado por el símbolo; si no lo sabía, no era admitido. Esta fórmula no se podía comunicar a ninguno que no estuviera bautizado. Se usaba entonces del Símbolo, como en la guerra el santo y seña. Se llama apostólico, porque procede de los Apóstoles Los sagrados apóstoles cuando se disponían a separarse y esparcirse por todo el mundo, establecieron una regla cierta, para que su predicación, aunque dividida por los lugares, conviniera enteramente en la doctrina (S. Agustín). Pero de los apóstoles proceden sólo las principales partes del Credo. En los siglos posteriores, hasta el sexto, se fueron añadiendo a varios artículos de él, palabras declarativas, según lo exigía la aparición de nuevos errores. Así, a las palabras «Padre Todopoderoso», se añadió Creador del cielo y de la tierra; a «Jesucristo su único hijo», que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...; a la «santa Iglesia», el epíteto católica, etc. Así como al hombre, cuando crece, no se le agregan nuevos miembros, así tampoco ha adquirido el Credo, por estas añadiduras, nuevas doctrinas de fe. Además del Símbolo de los Apóstoles, que se recita en el bautismo, se usan otros en la Iglesia: el Niceno (compuesto en 325 en el Concilio de Nicea, contra Arrio y su herejía y ampliado en 381, en el Concilio de Constantinopla) y el Tridentino-Vaticano (que contiene la doctrina del Concilio Tridentino, publicada en 1564 por S. Pío V, y fue complementado por el Concilio Vaticano en 1870). El Símbolo de Nicea es el que dice el sacerdote en la misa; la profesión de fe del Tridentino la han de hacer los que entran en un oficio eclesiástico y también los que de nuevo ingresan en la Iglesia católica. Comprende las mismas verdades que enseñaron los Apóstoles Todos los cristianos deben aprender de memoria el Símbolo de los Apóstoles (S. Agustín). El que por negligencia no lo aprende, se hace reo de pecado mortal (S. Tomás de Aquino). No omitas decir el Credo diariamente, tanto al levantarte como al acostarte. Refresca tu fe (S. Agustín). El Credo es la renovación del pacto que hicimos con Dios en el bautismo (S. Pedro Crisólogo). Se asemeja a un escudo que nos defiende contra los ataques del enemigo (S. Ambrosio). No basta tomar alimento una sola vez, sino que necesitamos comer muchas veces para conservar la vida del cuerpo; así tampoco basta crecer una vez, sino es preciso despertar la fe con frecuencia, si queremos conservar la vida del alma (Catecismo Popular Explanado, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1907, t. I, pp. 117-121).
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La Candelaria de Cayma |
Primer artículo del Credo - II Creador del cielo... Al par del firmamento Dios creó de la nada a seres de naturaleza espiritual, los innumerables ángeles, cuyo ministerio era servirlo y asistir delante de su trono. Les confirió después el admirable don de su gracia y poder... | |
Primer artículo del Credo - III Creador...y de la tierra Por último, Dios formó del limo de la tierra el cuerpo del hombre, de modo que fuese inmortal e impasible, no por exigencia de la propia naturaleza, sino por efecto de la bondad divina... | |
Séptimo artículo del Credo Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos El séptimo artículo del Credo nos enseña que al fin del mundo Jesucristo, lleno de gloria y majestad, vendrá del cielo para juzgar a todos los hombres, buenos y malos, y dar a cada uno el premio o el castigo que hubiere merecido... | |
Octavo artículo del Credo Creo en el Espíritu Santo El Padre ama necesaria e infinitamente al Hijo, y el Hijo ama con esta misma intensidad al Padre, y el Padre y el Hijo amándose necesariamente sin poder dejar de amarse con este amor infinito, producen un término eterno de su amor, llamado Espíritu Santo, Espíritu Paráclito... | |
Segundo artículo del Credo Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor El segundo artículo del Credo nos enseña que el Hijo de Dios es la segunda Persona de la Santísima Trinidad: que es Dios eterno, omnipotente, Creador y Señor como el Padre, que se hizo hombre para salvarnos, y que el Hijo de Dios hecho hombre se llama Jesucristo... |
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