Este no es el momento de discutir, de buscar nuevos principios, de señalar nuevos ideales y metas. Los unos y los otros, ya conocidos y comprobados en su sustancia, porque han sido enseñados por el mismo Cristo, iluminados por la secular elaboración de la Iglesia, adaptados a las inmediatas circunstancias por los últimos Romanos Pontífices, tan solo esperan una cosa: la realización concreta. ¿De qué serviría el investigar las vías de Dios y del espíritu, si en la practica se eligieran los caminos de la perdición y con docilidad se doblegase la espalda al flagelo de la carne? ¿De qué saber y decir que Dios es Padre y que los hombres son hermanos, cuando se temiese toda intervención de Aquel a la vida privada y publica? ¿De qué serviría el disputar sobre la justicia, sobre la caridad, sobre la paz, si la voluntad estuviese ya resuelta a rehuir la inmolación, el corazón determinado a encerrarse en glacial soledad, y si ninguno osase ser el primero en romper las barreras del odio separador, para correr a ofrecer un sincero abrazo? Todo esto no haría sino convertir en más culpables a los hijos de la luz, a los cuales les será menos perdonado, si han amado menos. No es con esa incoherencia e inercia como la Iglesia transformó en sus comienzos la faz del mundo, y se extendió rápidamente, y perduró bienhechora en el correr de los siglos y conquistó la admiración y la confianza de los pueblos. Quede bien claro, amados hijos que en la raíz de los males actuales y de sus funestas consecuencias no está, como en los tiempos precristianos o en las regiones aún paganas, la invencible ignorancia sobre los destinos eternos del hombre y sobre los verdaderos caminos para conseguirlos: sino el letargo del espíritu, la anemia de la voluntad, la frialdad de los corazones. Los hombres, inficionados por semejante peste, intentan, como justificación, el rodearse con las tinieblas antiguas y buscan una disculpa en nuevos y viejos errores.
* Papa Pío XII, Dal Nostro Cuore, discurso del 10 de febrero de 1952 in www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/iut.htm.
|
La Revolución Francesa Autora de los crímenes más monstruosos |
¿Es lícito el matrimonio de un católico con alguien que no lo es? Para recibir la gracia sacramental del matrimonio no es necesario tener la intención expresa de recibir un sacramento; basta la intención de contraer un casamiento válido. Sin embargo, el matrimonio es un sacramento de los vivos, es decir, debe ser recibido en estado de gracia santificante, y quien se casa en estado de pecado mortal puede estar haciéndolo válidamente, aunque comete un sacrilegio... | |
San Juan Eudes Precursor de la devoción a los Sagrados Corazones Fundador de dos congregaciones religiosas y de seis seminarios, fue un gran predicador popular, emprendió más de cien misiones. Dejó escritas innumerables obras ascéticas y místicas... | |
Viviendas populares tradicionales Las construcciones transmiten la sensación de solidez, dando la impresión de que protegen contra la intemperie... | |
Capítulo 1: La vida cristiana en una aldea portuguesa La vida en una aldea de la sierra portuguesa a comienzos del siglo XX estaba llena de encanto, paz y tranquilidad, lo cual era fruto del sentido del deber y de las consolaciones de la fe... | |
El Islam y el suicidio de Occidente El Islam está a la orden del día. Por eso juzgamos oportuno ofrecer a nuestros lectores una entrevista a nuestro colaborador Luis Sergio Solimeo, que acaba de publicar en los Estados Unidos un libro sobre el Islam, en el que trata de su actual expansión en Occidente, sus doctrinas y su origen... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino