Es de advertir que en este orden de cosas que pertenecen a la fe cristiana hay deberes cuya exacta y fiel observancia, si siempre fue necesaria para la salvación, lo es incomparablemente más en estos tiempos. Porque en tan grande y universal extravío de opiniones, deber es de la Iglesia tomar el patrocinio de la verdad y extirpar de los ánimos el error; deber que está obligada a cumplir siempre e inviolablemente, porque a su tutela ha sido confiado el honor de Dios y la salvación de las almas. Pero cuando la necesidad apremia no solo deben guardar incólume la fe los que mandan, sino que “cada uno esté obligado a propagar la fe delante de los otros, ya para instruir y confirmar a los demás fieles, ya para reprimir la audacia de los infieles” (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, 2-2, q. X, a. 2, q. ad 2). Ceder el puesto al enemigo, o callar cuando de todas partes se levanta incesante clamoreo para oprimir a la verdad, propio es, o de hombre cobarde, o de quien duda estar en posesión de las verdades que profesa. Lo uno y lo otro es vergonzoso e injurioso a Dios; lo uno y lo otro, contrario a la salvación del individuo y de la sociedad: ello aprovecha únicamente a los enemigos del nombre cristiano, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. Y tanto más se ha de vituperar la desidia de los cristianos cuanto que se puede desvanecer las falsas acusaciones y refutar las opiniones erróneas, ordinariamente con poco trabajo; y, con alguno mayor, siempre. Finalmente, a todos es dado oponer y mostrar aquella fortaleza que es propia de los cristianos, y con la cual no raras veces se quebrantan los bríos de los adversarios y se desbaratan sus planes. Fuera de que el cristiano ha nacido para la lucha, y cuanto esta es más encarnizada, tanto es más segura la victoria con el auxilio de Dios. “Confiad: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). Y no oponga nadie que Jesucristo, conservador y defensor de la Iglesia, de ningún modo necesita del auxilio humano porque, no por falta de fuerza, sino por la grandeza de su voluntad, quiere que pongamos alguna cooperación para obtener y alcanzar los frutos de la salvación que Él nos ha conquistado.
León XIII, encíclica Sapientiae Christianae, 10 de enero de 1890.
|
![]() En la Nochebuena Auge de la unión entre Jesús y María |
![]() |
La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares Antes que la presente crisis religiosa afectara los ambientes católicos, una práctica de piedad muy difundida entre los fieles era el apostolado de la Entronización de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares... |
![]() |
El Castillo de Sant’Angelo En la ilustración principal, vemos el río Tíber en Roma, con el puente que lleva al castillo de Sant’Angelo... |
![]() |
El Castillo de la Garza Blanca Estamos ante una fortaleza feudal del Japón, el Castillo de la Garza. Las murallas, hasta cierto punto, se parecen a nuestros muros virreinales, con sus grandes aleros... |
![]() |
La visita de la madre al hospital La escena se desarrolla en un hospital de beneficencia atendido por Hijas de la Caridad... |
![]() |
Nuestra Señora de Pötsch El Stephansdom, la bella y venerable catedral de san Esteban, edificada hace más de 700 años, es el símbolo de la ciudad de Viena y uno de los más expresivos monumentos góticos que aún restan en la Austria de hoy... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino