Lectura Espiritual ¿Qué eres Dios mío?

Paseándose un día Agustín por la playa de Centum cellae (que hoy se llama Civita Vecchia, "Ciudad Vieja") sumido en indagaciones acerca del inmenso misterio de la Trinidad Santísima, encontró un hermoso Niño, que sacando agua del mar con una concha la pasaba a una pequeña hoya que había hecho en la arena. Preguntándole qué hacía tan afanado, el niño respondió: quiero meter todo el golfo en este breve espacio.
Ay, hijo, no te canses, le dijo Agustín, en vano intentas lo imposible. — Más imposible es que el inmenso mar del misterio que contemplas lo reduzcas por comprensión a tu limitado entendimiento, replicó el niño. Y diciendo esto, desapareció...


El genio de San Agustín se puede palpar a cada instante en la lectura de sus «Confesiones», obra magistral que le ha valido a este Doctor de la Iglesia un reconocimiento universal, y cuyas ediciones se han multiplicado a lo largo de los siglos, convirtiéndolo en texto clásico de la literatura cristiana. Pero más que una espléndida autobiografía, este libro es una maravillosa proclamación de fe, como se aprecia en el siguiente trecho que hemos seleccionado para deleite de nuestros amigos.


¿Qué eres, pues, Dios mío? ¿Qué eres, vuelvo a preguntarte, sino el Señor Dios? Porque, ¿quién es Dios fuera del Señor, quién es Roca fuera de nuestro Dios? (Sal. 18, 2). Excelentísimo, buenísimo, poderosísimo, todo poderosísimo, muy misericordioso y justo, muy escondido y presente, muy hermoso y fuerte, estable e incomprensible, inmutable pero que lo cambia todo, nunca nuevo y nunca viejo, renovador de todas las cosas, Tú llevas a los soberbios hasta su desgracia, sin que se den cuenta, siempre actuando y siempre quieto, siempre recogiendo y nunca necesitando; siempre sosteniendo, llenando y protegiendo; siempre creando, alimentando y perfeccionando; buscando sin necesitar nada. Amas sin apasionarte, tienes celos y estás tranquilo, te arrepientes y no te pesa, te irritas y no pierdes la calma, cambias tus obras pero no cambias de parecer. Recoges lo que encuentras y nunca has perdido nada; y nada te falta y sin embargo te alegran las ganancias; y sin ser jamás avaro, exiges los intereses. Se te presta para que te consideres deudor, pero ¿quién tiene algo que no sea tuyo?

¿Y cómo resumir todo cuanto he expresado de Ti, Dios mío, vida mía, mi santa dulzura? ¿Qué puede decir cualquiera cuando habla de Ti? ... Sin embargo, ¡ay de los que no hablan de Ti: son mudos que hablan demasiado!     



* San Agustín, Confesiones, Ceta, Iquitos, 2003, Libro I, Invocación, § 4, pp. 3-4.

La Virgen de la Antigua San Alfonso María de Ligorio
San Alfonso María de Ligorio
La Virgen de la Antigua



Tesoros de la Fe N°32 agosto 2004


La Virgen de la Antigua
Ejemplo simbólico de la lucha contra el aborto La Virgen de la Antigua ¿Qué eres Dios mío? San Alfonso María de Ligorio ¿Por qué la Iglesia Católica es la única verdadera?



 Artículos relacionados
Importancia de cultivar la lectura en niños y adolescentes Un académico español, el Dr. Miguel Salas Díaz, ha alertado a los padres de familia contra la búsqueda del entretenimiento fácil, como quedar hipnotizado frente al televisor o al celular, lo cual está perjudicando gravemente el futuro de la juventud...

Leer artículo

El Palacio de la Señoría de Florencia Durante mucho tiempo, el palacio señorial de Florencia fue la sede del gobierno de un pequeño Estado —el Gran Ducado de Toscana, en Italia— que ocupó en la cultura y el pensamiento humano un lugar destacado...

Leer artículo

Vida natural y orgánica, existencia artificial y mecánica Una sala con proporciones inteligentemente calculadas: bastante alta y bastante ancha como para dar al mismo tiempo las impresiones armónicamente contrarias de intimidad y desahogo...

Leer artículo

San Roque de Montpellier: Modelo de caridad y confianza A fines del siglo XIII y comienzos del XIV la ciudad de Montpellier, hoy francesa, pertenecía al reino de Mallorca, de la casa real de Aragón. El gobernador de la ciudad, Juan, cuya esposa Liberia era también de ilustre familia, gozaba de todo el prestigio del cargo y de buena fortuna. Pero no tenían hijos. Con mucha fe, importunaron al cielo para obtenerlos y fueron oídos...

Leer artículo

El matrimonio después de Cristo Con la encarnación del Verbo de Dios, en el nuevo orden de la Redención, Jesucristo ascendió aún más esta institución, que ya por su origen era divina...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino

×