|
Un momento verdaderamente sublime en la vida de la purísima Madre y de su Divino Hijo Plinio Corrêa de Oliveira
San José duerme, las ovejas están cerca, el burro también, y los ángeles colman el cielo, cantando la Gloria de Dios. Los pastores escuchan el canto celestial: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2, 14). Justamente esto es lo que la Liturgia, en la noche del 24 al 25, deberá celebrar. Es de noche y la Santísima Virgen acaba de dar a luz al Niño Jesús, de forma misteriosa y maravillosa. Su gesto, su actitud, son presentados como los de una persona enteramente saludable, que se dedica a arrullar al Niño Dios. Pero María lo hace con una soltura física de movimientos, que no es la de una madre común después del parto. El proceso de nacimiento es doloroso y difícil a causa del pecado original. Sin embargo, como la Virgen ha permanecido virgen antes, durante y después del parto, este nacimiento se ha producido de forma milagrosa. No supuso ningún esfuerzo para la Santísima Virgen. Ella parece haber despertado de un apacible sueño. Es una escena lindísima que conmueve. Podemos imaginar la situación de la Santísima Virgen al ver —por primera vez con sus ojos terrenales, sus ojos carnales— el fruto del Divino Espíritu Santo concebido en su propio seno. ¡Y qué fisonomía presenta el Hombre-Dios que acaba de nacer de Ella!
El Niño Jesús adopta la actitud de un niño recién nacido. Hay que tener en cuenta que al haber sido concebido Nuestro Señor sin pecado original, y al estar su naturaleza humana unida a la naturaleza divina por la unión hipostática con la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, su inteligencia era plena desde el primer instante en que la Virgen lo concibió. Y ya en el claustro materno rezaba, ofrecía reparaciones a Dios, lo adoraba e imploraba por los hombres. Comenzó su vida plenamente consciente. De modo que este Niño tuvo comunicaciones con la Santísima Virgen, de carácter místico, durante el período de gestación. Ella sabía que la mirada de aquel Niño era lúcida y llena de amor. Los dos se estaban conociendo. Él analizaba el rostro de su Madre y Ella contemplaba la fisonomía de su Divino Hijo. Es un momento verdaderamente sublime en la vida de ambos. Podemos imaginar el ápice de amor de Dios que Ella alcanzó en ese momento. Y, desde luego, ¡qué mirada de amor le dirigió el Divino Infante a su Santísima Madre!
|
Loreto, la nueva Nazaret La casa que los ángeles transportaron |
|
¿Puede la psicoterapia procurar siempre el bien del alma? En su último libro “Los caminos de la psicología. Historia y tendencias contemporáneas”, nuestro entrevistado denuncia el abandono por parte de la psicología moderna de lo que, en cambio, debería ser su fin primordial: el cuidado del alma humana... |
|
Esplendor de la concepción jerárquica y cristiana de la vida - I La onda satánica del igualitarismo, que desde la revolución protestante del siglo XVI hasta la revolución comunista de nuestros días viene atacando, calumniando, socavando y haciendo marchitar todo cuanto es o simboliza jerarquía, nos presenta toda desigualdad como una injusticia... |
|
Mahoma sedujo a los pueblos prometiéndoles los deleites carnales Siguieron, en cambio, un camino contrario [al de los Apóstoles] los fundadores de falsas sectas. Así sucede con Mahoma, que sedujo a los pueblos prometiéndoles los deleites carnales, a cuyo deseo los incita la misma concupiscencia... |
|
San Teodoro el Estudita En el Martirologio Romano Monástico encontramos el siguiente registro “en Constantinopla, en el año 826, el nacimiento en el cielo de san Teodoro el Estudita, abad y admirador de la tradición patrística. Para él, las órdenes monásticas eran como ‘los nervios de la Iglesia’... |
|
Rosa de Santa María Vida de Santa Rosa de Santa María, natural de Lima y Patrona del Perú. Poema Heroico por Don Luis Antonio de Oviedo y Herrera (1636-1717), Caballero del Orden de Santiago, Conde de la Granja... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino