Extractos de la charla sobre el tema “Cómo los nuevos movimientos católicos están restaurando la fe en el mundo”, pronunciada el 23 de agosto en Dublín, durante la “Conferencia de Familias Católicas”. La batalla final sobre la familia será una ocasión de gracias extraordinarias y de extraordinarias victorias. José Antonio Ureta LA FAMILIA CONCEBIDA por nuestro Creador, es decir, la unión monógama e indisoluble de un hombre y una mujer con el propósito principal de procrear y educar a su descendencia está en ruinas en Occidente y en todas partes en donde ha penetrado la cultura occidental decadente. No solo por la corrupción moral generalizada, sino especialmente por la implementación de una agenda ideológica de enemigos muy identificables de la familia. Por desgracia, estos enemigos no atacan a la familia apenas desde fuera de la Iglesia, sino también, y de una manera más efectiva, desde dentro de la Iglesia. Estos furiosos ataques internos comenzaron hace al menos 50 años, cuando los documentos de la Iglesia dejaron de mencionar la jerarquía de los fines del matrimonio y pusieron el énfasis en un fin secundario, es decir, el apoyo mutuo de los cónyuges. Esta exaltación del amor humano y la simultánea minimización del fin procreativo del matrimonio favoreció la aparición de una corriente de teólogos y pastores católicos que se volvieron cada vez más tolerantes no solo con la píldora sino también con el amor homosexual. Una ola que llegó a su apogeo con la actual presión para alterar el Catecismo con la finalidad de silenciar el carácter inmoral intrínseco y objetivo de las tendencias homosexuales, así como con la ofensiva para bendecir las uniones homosexuales litúrgicamente, bajo el pretexto del amor mutuo y la preocupación por el bienestar de los involucrados. En 1976 la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos publicó un documento titulado “Vivir en Cristo Jesús: Una reflexión pastoral sobre la vida moral”, en el cual, como parte del cuidado pastoral de las personas homosexuales, el episcopado estadounidense los invitó a “asumir un papel activo en la comunidad cristiana”. Cuando, a principios de los años noventa, esta noticia llegó a oídos de Plinio Corrêa de Oliveira, el recordado académico brasileño comentó lo siguiente: “Estamos asistiendo al inicio de un trabajo metódico dentro de la Iglesia y en todos los otros sectores de la sociedad, no apenas para promover la tolerancia sino también para legitimar la homosexualidad, haciendo que las uniones del mismo sexo sean reconocidas como capaces de producir los mismos efectos legales que el matrimonio. “No encontrarán nada más profundamente en desacuerdo con la doctrina católica que esto. Pero viene a través de obispos que invitan a una especie de mezcla entre homosexuales y no homosexuales. Es un trabajo llevado a cabo de arriba hacia abajo por autoridades eclesiásticas para hacernos olvidar la doctrina tradicional y darle a la homosexualidad un derecho de ciudadanía en la Santa Iglesia de Dios. “Habrá un momento dado en el que surgirá una manifestación de total desacuerdo con esta acción dentro de la Iglesia Católica. [...] Es indiscutible que la actividad homosexual es un pecado que clama al cielo y provoca la ira de Dios. El resultado final: no puede haber medio término y punto. “Entonces habrá un choque interno dentro de la Iglesia, y ese choque interno producirá uno de los mayores trastornos en la historia de la humanidad”. Veinticinco años atrás, la posibilidad de un enfrentamiento semejante se habría considerado tan remoto que prescindiría de cualquier análisis adicional. Hoy estamos en medio de ese mismo enfrentamiento entre dos posiciones irreconciliables. En el Encuentro Mundial de las Familias, organizado por un dicasterio de la Santa Sede, la heterodoxia ocupa la mezzanine —que se atreve a imponer la presencia de todas las formas pecaminosas de uniones no maritales, incluidas las uniones homosexuales— y se entrega la platea a alguien que públicamente trabaja para el reconocimiento de esas uniones por parte de la Iglesia. Pero aquí tenemos que decirle al mundo entero, simplemente: ¡que no aceptamos la implementación de la agenda homosexual en la Iglesia, que nunca aceptaremos que la Sagrada Comunión sea ofrecida a personas que viven públicamente more uxorio en uniones adúlteras y que lucharemos hasta la última gota de nuestra sangre para proteger a nuestros hijos de la corrupción moral mediante la imposición de la ideología de género en las escuelas o en las clases de catecismo! Sabemos que muchas altas autoridades de la Iglesia y muchos obispos que han permanecido más bien callados hasta ahora, no traicionarán sus deberes como pastores del rebaño y terminarán del lado de los fieles laicos en la lucha que se avecina. Por lo tanto, estamos convencidos de que el choque interno previsto por Plinio Corrêa de Oliveira tendrá lugar y de hecho producirá uno de los mayores trastornos de nuestra historia. Con ocasión del Rome Life Forum del 2017, el cardenal Carlo Caffarra dio esta visión apocalíptica de la lucha entre la cultura de la verdad y la cultura de la mentira en nuestros días: “Hay un libro en la Sagrada Escritura, el último, el Apocalipsis, que describe la confrontación final entre los dos reinos. En este libro, la fascinación de Cristo toma la forma de triunfo sobre los poderes enemigos comandados por Satanás. Es un triunfo que viene después de un largo combate. Los primeros frutos de la victoria son los mártires”, dijo. La última prueba de la Iglesia Otro prelado hizo una referencia al Apocalipsis como una profecía de los tiempos actuales, y particularmente a la confusión entre los fieles creada por la falta de directivas claras para negar la Sagrada Comunión a los no católicos, y por propuestas para bendecir las relaciones homosexuales. Fue el cardenal Willem Eijk, arzobispo de Utrecht (Países Bajos), quien escribió lo siguiente: Algunos interpretan estas referencias al Apocalipsis como una confirmación de que la corrupción ha alcanzado tal punto que no hay posibilidad de conversión y, por lo tanto, que nos acercamos al fin de los tiempos. Aunque valoro los sentimientos que inspiran estas interpretaciones, no puedo sino estar en desacuerdo con su conclusión, que equivale a retirarse del campo de batalla y dejarlo a merced de los enemigos de la Iglesia. Por ello, me gustaría rebatir la idea de que el fin de los tiempos corresponde a nuestros días. No es que esté en desacuerdo con el lúcido diagnóstico de la gravedad de la corrupción moral de nuestras sociedades. Basta pensar en la apostasía de Irlanda, representada por el resultado de los dos últimos referendos, para estar de acuerdo que es casi imposible seguir cayendo moralmente. En lo que no estoy de acuerdo es en la conclusión de que no hay una salida para las actuales calamidades morales. Nuestra Señora de Fátima no anunció el fin del mundo, sino una serie de dramáticos castigos después de los cuales aquellos que permanecerán vivos se convertirán y así, por fin, su Inmaculado Corazón triunfará. Otro argumento más exegético a favor de esa tesis, es que san Pablo en su segunda epístola a los Tesalonicenses les pide que no se alarmen pensando que el día del Señor está cerca, “primero tiene que llegar la apostasía” (2, 3). Sin embargo, esta apostasía no debe circunscribirse a un país o área de la civilización, sino que debe ser general. Porque en el evangelio de san Lucas, Nuestro Señor pregunta: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (18, 8). Es verdad que en su exhortación apostólica Ecclesia in Europa, el Papa Juan Pablo dice que “la cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera”. Pero no se puede decir lo mismo de otras regiones donde la fe católica todavía se sostiene con fuerza y convicción hasta el derramamiento de sangre si fuera necesario. Aún existe fe sobre la tierra Merecen ser nombrados en primer lugar los cristianos de Medio Oriente. Cuando sufrieron el repentino ataque de ISIS en las llanuras de Nínive y en otros lugares, se les dio la posibilidad de conservar sus tierras y hogares si aceptaban el islam. En muchas ciudades, nadie aceptó el trato, ni siquiera las personas mayores que tenían que ir al desierto por la noche sin comida ni agua y sin saber si morirían de sed después de unas horas de caminata. Más de cien mil personas se comportaron como confesores de la fe y cientos de ellos fueron martirizados por las crueles y fanáticas tropas del Califato Islámico. Y ahora que ISIS fue ahuyentado, regresaron para reconstruir sus ciudades a pesar de que saben perfectamente que seguirán siendo una minoría de cristianos rodeados por una mayoría de poco amigables musulmanes. Dicen ellos que la tierra donde tuvo lugar la primera predicación del Evangelio, la tierra de sus antepasados, no pasará a manos de los islámicos recién llegados, incluso si se necesitara de una Cruzada o una Reconquista para asegurar su presencia en el Medio Oriente. Lo único que no entienden es la pasividad de Occidente y nuestra ingenuidad de pretender dialogar con el Islam. ¿Podemos decir que no hay fe en el Medio Oriente? ¡Obviamente no! Ahora, lo mismo puede decirse sobre los cristianos en otros países gobernados por una mayoría musulmana, que también sufren persecución. Ya sea en África, en Pakistán o en Indonesia. Otro ejemplo de perseverancia en medio de la persecución nos lo dan los católicos clandestinos en China. Rechazan el trato ofrecido por las autoridades comunistas, pues consideran una burla a la libertad de religión, tener que reconocer como legítima a la Iglesia Patriótica (cismática), controlada por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos. Los católicos chinos clandestinos rechazan que sus obispos sean elegidos por funcionarios públicos ateos obedientes al régimen comunista. Su fidelidad a la primacía universal del Papa es aún más conmovedora ya que, paradójicamente, tienen que resistir a la política de aproximación entre el Vaticano y Pekín promovida por el mismo Papa al que se niegan a traicionar. ¿Puede Dios no conmoverse por esa fe y no darle al mundo otra oportunidad? La situación no es muy diferente en otros países comunistas, como Corea del Norte, Laos, Vietnam y Cuba, donde los católicos también están dando un testimonio similar de su fe. No me extenderé sobre la fe en América, pero apenas para darles un testimonio de ello, les hago una sola pregunta: ¿tienen ustedes idea de cuántos lugares ofrecen la Adoración Perpetua en Estados Unidos? ¡814! ¡Considerando que hay 177 arquidiócesis y diócesis en los Estados Unidos, eso hace un promedio de más de cuatro lugares por diócesis! Otros ejemplos en América Latina Veamos ahora el caso de nuestros hermanos en la fe de América Latina, que enfrentan una persecución más insidiosa que los católicos chinos o del Medio Oriente, es decir, la dictadura del relativismo disfrazada bajo los velos de una “revolución cultural”. Es particularmente relevante, porque no se trata de la defensa de los dogmas religiosos como tales, sino de sus consecuencias a respecto de la familia, la sacralidad de la vida humana y el derecho de los padres a educar a sus hijos. De hecho, los gobiernos liberales de izquierda con el apoyo de ONGs financiadas por organizaciones privadas internacionales, como el Population Council de Rockefeller u Open Society Foundations de George Soros, están impulsando una agenda para despojar a América Latina de su pasado y carácter cristianos. Sin embargo, una creciente “ola celeste” de fieles se están enfrentando a la lucha y hasta ahora han sido victoriosos. El propio Soros ha reconocido que sus compinches están perdiendo la batalla en esa región. En un tweet publicado en setiembre del año pasado, se lamentaba de lo siguiente: “Una falsa narrativa ha echado raíces en América Latina que está amenazando los derechos de las personas LGBTI y de las mujeres” con un enlace a un artículo de Michelle Gallo titulado: “Ideología de género” es una ficción que puede causar un daño real (¡Todos ustedes aquí saben perfectamente cuán ficticia es la ideología de género y la agenda de género; pues son puras invenciones de nuestras fanáticas mentes!). Lo interesante es que la autora admite que esta supuesta “falsa narrativa de la ideología de género” está “ganando impulso”. “El año pasado en Colombia, por ejemplo —lamenta— una campaña contra la ideología de género contribuyó al rechazo de un acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno colombiano y las FARC”. Además, confiesa que “solo semanas después de que comenzara la campaña en Colombia, se produjeron protestas contra el matrimonio entre personas del mismo sexo en México. En el Perú, mientras tanto, hubo protestas contra la inclusión de la sexualidad y la educación sobre la identidad de género en las escuelas”. Y concluye: “Si aquellos que apoyan los derechos humanos no se ponen de pie ahora, y si la ola antigénero continúa extendiéndose por la región en 2018, es probable que los avances logrados por las mujeres y las personas LGBTI en los últimos años estén amenazados”. El caso peruano El ex ministro de Educación, Jaime Saavedra, aprovechó una reforma del sistema educativo el 2013 para infiltrar los estudios de género en el nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica, aplicable a partir del 2017 en adelante. “Queremos que nuestros chicos aprendan e interioricen la igualdad de género”, declaró el ministro a la prensa. “Tenemos que ser tolerantes y respetuosos ante cualquier orientación sexual”, enfatizó. En una guía tutorial para niños en edad escolar de entre 6 y 12 años, Caperucita Roja se convierte en un niño y se propone como material pedagógico. Asimismo, Oliver Button es una nena: la historia de un niño del que se burlan porque le gusta hacer actividades de niñas, pero que termina granjeándose la admiración de padres y compañeros de clase al ganar un concurso de baile. Como reacción, un grupo de padres de familia creó el 26 de diciembre de 2016, en Lima, el movimiento Con mis hijos no te metas. El movimiento ha organizado numerosas marchas, como la realizada el 4 de marzo de 2017, que reunió a más de 2 millones de personas en todo el país. El éxito fue tal, que la sucesora de Saavedra fue interpelada por el Congreso y, a los pocos días, el gabinete en pleno cayó al negarle los congresistas el voto de confianza. Sorprendentes reacciones en el Brasil El año 2014, el Plan Nacional de Educación incluyó la diversidad sexual y de género en el currículo escolar, pero fue rechazado por la mayoría de los miembros del Parlamento Federal en Brasilia. El Ministerio de Educación, presionado por el lobby LGBT, decidió llevar el problema al nivel local y promovió la inclusión de ambos elementos en los Planes Municipales de Educación, esperando que la población no prestara atención. Las audiencias públicas en los ayuntamientos fueron la ocasión para un choque emocional entre los padres, movilizados por Rede de Famílias (Red de familias) y otros grupos religiosos, en su mayoría católicos, y los grupos de presión feministas y LGBT. Al ver una movilización tan feroz, la mayoría de los regidores de la ciudad, pensando en las próximas elecciones, terminaron votando por la exclusión de la diversidad sexual y de género en el currículo de las escuelas locales. De hecho, de los 3.700 municipios que ya han votado sobre el tema, el 98% han eliminado el lavado cerebral de género a los niños de sus planes educativos. Otra reacción se dio en setiembre del año pasado, cuando el Museo de Arte Moderno de São Paulo organizó una exhibición que incluyó una presentación “artística” de un hombre completamente desnudo acostado, que invitaba a los visitantes a “moldear” su cuerpo para interactuar con él. Un video de una niña de 5 años de edad tocando al artista desnudo, alentada por su madre, también bailarina e intérprete, se volvió viral en las redes sociales y provocó una violenta reacción en contra. Se realizaron mítines frente al museo, se abrió una causa penal contra el artista y el museo y se emitió una orden judicial para evitar que el video se reproduzca sin censura en las redes sociales. Las actuaciones en otras ciudades fueron canceladas de inmediato. La “ola celeste” El aborto en Argentina es ilegal, excepto cuando la vida o la salud de la madre está en peligro o cuando el embarazo es el resultado de una violación. Después de años de lobby, el Congreso se propuso debatir la legalización y la provisión de abortos gratuitos en clínicas públicas hasta las doce semanas de embarazo. El 14 de junio de 2018, la Cámara de Diputados dio su aprobación preliminar a la ley con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención. Sin embargo, el 9 de agosto pasado, el Senado rechazó el proyecto de ley por 38-31. ¡Una gran victoria después de mucha oración, ayuno y marchas! Pero lo más importante es que el debate provocó el nacimiento de una gran ola provida que adoptó pañuelos de color celeste, como la bandera argentina, en oposición a los pañuelos verdes de los abortistas. Ustedes comprenderán mejor el significado simbólico del color celeste si consideran que en español, y en realidad en todos los idiomas latinos, usamos la misma palabra para referirnos al cielo (en inglés se usan dos palabras, sky para el cielo terrenal y heaven para el cielo espiritual): cielo, del cual proviene la palabra celeste. Entonces, “ola celeste” tiene la connotación de una ola celestial y también de una ola mariana, porque muchas personas asocian ese color con Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina. Un eco de la “ola celeste” fue que los movimientos pro-vida de toda América Latina organizaron mítines contra el proyecto de ley frente a las embajadas y consulados argentinos. * * * El mensaje final que deseo transmitir, es muy simple y está contenido en el mismo pasaje del evangelio de san Lucas que mencioné al principio. Nuestro Señor Jesucristo narra a los apóstoles la parábola de una viuda que molesta a un juez injusto hasta que decide emitir un juicio a su favor, pensando “no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Entonces Jesús concluye: “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar” (18, 1-8). Estoy seguro de que la fidelidad del perseguido Oriente Medio y de los cristianos chinos, así como el crecimiento de la Ola celeste en América Latina, el Continente de la Esperanza, alcanzarán y conmoverán a Nuestro Padre Celestial y alentarán en todas partes una ola de insurrección católica contra el carácter totalitario de nuestras sociedades secularizadas. Una insurrección espiritual y pacífica que aplastará la cabeza de la serpiente, es decir, de todos los enemigos externos e internos de la Iglesia, abriendo un nuevo capítulo en la historia de la humanidad. De hecho, como escribe Plinio Corrêa de Oliveira, “cuando los hombres resuelven cooperar con la gracia de Dios, entonces se operan las maravillas de la Historia: es la conversión del Imperio Romano, es la formación de la Edad Media, es la Reconquista de España a partir de Covadonga, son todos esos acontecimientos que se dan como fruto de las grandes resurrecciones de alma de que los pueblos son también susceptibles. Resurrecciones invencibles, porque no hay nada que derrote a un pueblo virtuoso y que verdaderamente ame a Dios”. Podríamos agregar, que eso es particularmente cierto cuando una gran resurrección de alma toma como símbolo el color celeste de la Santísima Virgen María.
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