En el capítulo anterior, el autor * se ocupa del problema de los matrimonios infelices, porque los cónyuges no tienen en mente la asistencia del Espíritu Santo. Aquí nos presenta una solución.
El Espíritu Santo es el espíritu de consejo y del entendimiento, que aclara la inteligencia de los jóvenes oscurecida por la sensualidad. Como espíritu de consejo, puede mostrarles si su unión proviene de Dios o del diablo. Y si se le consulta seriamente como el espíritu de la fortaleza, también dispensará la fuerza para refrenar la indomabilidad de la carne e impedir una unión basada únicamente en ella. Si los novios invocan fervientemente al divino Espíritu Santo, los convencerá de que el conocimiento de la doctrina de Dios y sus mandamientos constituye la mayor sabiduría. Además, el espíritu de piedad debe aún compenetrar a las dos personas de la misma fe, en la que se fusionan para la finalidad común de la virtud. Solo así seguirán su rumbo final y eterno. El amor de Dios fortalece el matrimonio Si todos los hombres han de ser devotos del divino Espíritu Santo, con mucha más razón quienes desean contraer la unión matrimonial. El hombre puede confiar poco en su simple juicio natural, porque el vínculo matrimonial debe durar y perpetuarse hasta la muerte, según la voluntad de Dios, pero ningún vínculo meramente natural sujeta los corazones durante tanto tiempo. Entonces la fuerza y la gracia del divino Espíritu Santo deben corroborar el vínculo matrimonial. ¿Cómo se llama ese lazo? Un nombre corto y aparentemente simple, pero tan significativo como Dios mismo: amor. Es la palabra con la que el apóstol denominó a la esencia de Dios: “Dios es amor” (1 Jn 4, 8). Para los teólogos, es casi imposible decir qué es Dios. Pero la palabra que más se acerca a la naturaleza de Dios es la palabra amor. Y esta palabra, que nos da un mejor conocimiento de Dios, es el nombre del vínculo que fusiona a dos corazones en uno en el matrimonio. Sin embargo, es precisamente en la unión matrimonial donde esta palabra es a menudo deformada, despojada de su contenido de oro.
* P. Agostinho Kinscher, Al Dios desconocido, Editora Mensageiro da Fe, Salvador, 1943, p. 134-135.
|
![]() Sta. Bernadette Soubirous La vidente de la Virgen de Lourdes |
![]() |
Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién que haya empezado a gustar, por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal dejará de servirte con todo el corazón?... |
![]() |
Capítulo 5: El mensaje salvador Después del efecto espiritual tonificante que les proporcionó el haber visto a la Santísima Virgen por segunda vez, los tres pastorcitos pasaron por una gran prueba... |
![]() |
Los confesionarios y el espíritu de la Iglesia Plinio Corrêa de Oliveira discurría con frecuencia sobre el esplendor del espíritu católico manifestado en el sacramento de la penitencia o confesión... |
![]() |
Las criaturas son vestigios y representaciones que nos ayudan a ver a Dios Todas las criaturas de este mundo sensible llevan al Dios Eterno el espíritu del que contempla y degusta, por cuanto son sombras, resonancias y pintura de aquel primer Principio... |
![]() |
850 años de Notre Dame, la Reina de las Catedrales Se restauran las campanas destruidas por la Revolución Francesa. París acoge con alegría, encanto y veneración las nuevas campanas de su catedral gótica... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino