Ambientes Costumbres Civilizaciones El noble francés

Valor, gentileza, distinción y belleza de gestos

Plinio Corrêa de Oliveira

Francisco I de Francia

El noble francés rivaliza en arrojo con los más valientes hidalgos europeos. Sin embargo, conserva una gentileza, una distinción, una belleza de gestos que indican el refinamiento de su educación y de la civilización que lo formó.

Fuerte y al mismo tiempo exquisitamente civilizado, es el más gentil, el más amable ya sea en la guerra como en la paz; el más brillante en el vestir, tanto en la guerra como en el salón de fiestas; el más cortés, el más atento, incluso con los prisioneros de alto rango que pueda haber capturado en el combate. Un ejemplo histórico.

Francisco I, rey de Francia (1494-1547), tras perder en Italia en 1525 en la batalla de Pavía, fue apresado por las tropas españolas. Antes de ser entregado al ejército del emperador Carlos V (1500-1558), escribió una carta a su madre en la que decía: “Madame, tout est perdu hormis honneur. François”.

De modo respetuoso y elegante el rey se dirige a su propia madre con el tratamiento de Señora. Luego añade “todo está perdido excepto el honor”. Es decir, cuando no se pierde el honor, no se perdió nada.

Carlos V, en lugar de recibir a Francisco I con honores reales, lo hizo encerrar en una horrible prisión con la intención de forzarlo a firmar un tratado marcadamente favorable al Imperio.

Emperador Carlos V

Una vez liberado, Francisco I salió de la prisión con la altanería de un sol naciente, haciendo gala de una asombrosa dignidad.

Algún tiempo después, recibió una carta de Carlos V en la que le explicaba que necesitaba atravesar el territorio francés y le solicitaba una garantía de que no sería detenido ni sufriría lesión alguna en sus derechos.

¿Cuál fue la actitud de Francisco I?

Podría haberle concedido un salvoconducto a Carlos V con la traicionera intención de apresarlo y encerrarlo en un calabozo. O amenazarlo abiertamente: no os dejaré pasar; si entráis en mi territorio, os prenderé y os meteré en una guarida similar a aquella en la que Vuestra Majestad me arrojó.

El monarca francés, por el contrario, le dio al Emperador todas las garantías deseadas. Lo recibió con espléndidos agasajos, lo acompañó en un tramo de su viaje y, finalmente, se despidió de él con elegancia y cortesía.

Es un modo de ser verdaderamente señor y noble.

Francisco I entrando prisionero en la Torre de los Lujanes.

¿Por qué hay estaciones del Vía Crucis que no figuran en las Escrituras? Palabras del Director Nº 250 – Octubre de 2022 – Año XXI
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¿Por qué hay estaciones del Vía Crucis que no figuran en las Escrituras?



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