6 de diciembre +Santoral
San Nicolás, Obispo y Confesor Obispo de Mira, en Asia Menor, de eminente caridad, fue desterrado por el Emperador Licinio. Derrotado éste por Constantino, volvió a su diócesis, donde obró estupendos milagres. En el Concilio de Nicea, fue de los más ardorosos adversarios del arrianismo. Primer Sábado del Mes
  Devociones marianas en el mundo

abr2011

El Cristo de la Columna, recorriendo las calles de Sevilla, donde la Pasión de Jesucristo cobra vida
Artículo de portada
Semana Santa en Sevilla
La capital de Andalucía, en España, es famosa por sus celebraciones durante la Semana Santa. Miles de penitentes recorren las calles, portando en procesión pesadas andas con estupendas imágenes que recuerdan los diversos momentos de la Pasión de Nuestro Señor. En este artículo, algo del sabor del evento...

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Palabras del Director   V

 

Estimados amigos:

Esta edición estaba prácticamente lista para entrar en prensa, cuando sobrevino el luctuoso terremoto de Sendai seguido del devastador tsunami que han conmovido al mundo. Las escenas dramáticas transmitidas por los medios de comunicación, sumadas a la alerta nuclear, traen nuevamente a la mente las profecías de Fátima.

Pero han revivido también las solemnes advertencias de la Madre de Dios al clero y a la humanidad, pronunciadas en 1973, precisamente en la región septentrional de Tohoku, en el Japón, donde se encuentran las ciudades de Akita y Sendai.

En aquel año la Virgen María se manifestó a la hermana Agnes Katsuko Sasagawa, en el convento de las Siervas de la Santísima Eucaristía en Yuzawadai, en los alrededores de Akita.

En abril de 1984, después de una exhaustiva investigación, el obispo de Niihata declaró que tales acontecimientos eran de origen sobrenatural, autorizando el culto a Nuestra Señora de Akita.

Posteriormente, en junio de 1988, el Cardenal Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió el juicio definitivo sobre dichos sucesos y mensajes, declarándolos dignos y merecedores de fe.

Nos comprometemos a proporcionarles un amplio reportaje sobre este importante tema en nuestro próximo número.

«Si los hombres no se arrepienten y se mejoran —dijo la Madre de Dios en Akita—, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad». A pesar de todo, la Santísima Virgen termina con esta consoladora promesa: «Aquellos que ponen su confianza en mí se salvarán».

En esta Semana Santa, unámonos especialmente a Jesús Crucificado y a nuestra Madre Dolorosa, ofreciéndoles nuestras oraciones y sacrificios, acompañados de una conversión sincera y definitiva. Que así sea.

En Jesús y María,

El Director
Estimados amigos:

Esta edición estaba prácticamente lista para entrar en prensa, cuando sobrevino el luctuoso terremoto de Sendai seguido del devastador tsunami que han conmovido al mundo. Las escenas dramáticas transmitidas por los medios de comunicación, sumadas a la alerta nuclear, traen nuevamente a la mente las profecías de Fátima.

Pero han revivido también las solemnes advertencias de la Madre de Dios al clero y a la humanidad, pronunciadas en 1973, precisamente en la región septentrional de Tohoku, en el Japón, donde se encuentran las ciudades de Akita y Sendai.

En aquel año la Virgen María se manifestó a la hermana Agnes Katsuko Sasagawa, en el convento de las Siervas de la Santísima Eucaristía en Yuzawadai, en los alrededores de Akita.

En abril de 1984, después de una exhaustiva investigación, el obispo de Niihata declaró que tales acontecimientos eran de origen sobrenatural, autorizando el culto a Nuestra Señora de Akita.

Posteriormente, en junio de 1988, el Cardenal Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió el juicio definitivo sobre dichos sucesos y mensajes, declarándolos dignos y merecedores de fe.

Nos comprometemos a proporcionarles un amplio reportaje sobre este importante tema en nuestro próximo número.

«Si los hombres no se arrepienten y se mejoran —dijo la Madre de Dios en Akita—, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad». A pesar de todo, la Santísima Virgen termina con esta consoladora promesa: «Aquellos que ponen su confianza en mí se salvarán».

En esta Semana Santa, unámonos especialmente a Jesús Crucificado y a nuestra Madre Dolorosa, ofreciéndoles nuestras oraciones y sacrificios, acompañados de una conversión sincera y definitiva. Que así sea.

En Jesús y María,

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